Luego de las primeras reacciones nacionales a la entrega de los resultados del SIMCE, es necesario una lectura local y en cada comunidad educativa. Las autoridades y directivos escolares deben promover la difusión, sus explicaciones y el debate sin el cual los resultados serán intrascendentes para las familias y para las posibilidades de obtener lecciones, confirmar, cambiar o definir nuevas estrategias de gestión pedagógicas. Asumir una actitud pasiva ante los resultados, es sinónimo de indiferencia ante el porvenir de los estudiantes, ante la relevancia de los aprendizajes y el desarrollo de habilidades claves para la continuidad de estudios e ingreso a la educación superior o al mundo laboral.
En 2016, la educación media en Castro obtuvo sus mejores resultados en el SIMCE: no solo mejoraron respecto de las mediciones anteriores, sino que eran superiores a sus pares en el grupo socioeconómico del que son parte, pero también tenían la mejor distribución de estudiantes en los estándares de aprendizaje; es decir, había más estudiantes que lograban el nivel adecuado y menos en el insuficiente. Solo el Liceo Francisco Coloane ha mantenido su trayectoria de mejora, mientras los Liceos Politécnico y Galvarino Riveros han visto un deterioro sistemático desde ese año.
¿Qué ha ocurrido entre los años que median entre los mejores resultados y los obtenidos en la última medición en 2024? Primero; están quienes enarbolan las nuevas condiciones normativas tendientes a fortalecer la inclusión como excusa; otros señalan que tanto la precariedad socioemocional por efecto de la pandemia como la inestabilidad sociopolítica del país durante ese periodo deterioraron las condiciones escolares. Sin embargo, ello no ha sido decisivo ya que otros establecimientos similares como el Liceo Queilen mantienen su trayectoria positiva. Segundo -y creo que es lo más importante-, ha existido un deterioro evidente del apoyo técnico en implementación políticas educativas.
En todo caso esta situación se vivió por mucho tiempo también en comunas importantes como Ancud y Quellón con características similares. Es esperable obtener lecciones valiosas para restablecer confianzas e impulsar una política territorial donde se fortalezca el capital profesional docente.
Discutir estos resultados implica evaluar oportunidades para nuestras generaciones futuras. Nuestros estudiantes deben tomar decisiones fundamentales sobre su futuro académico con información suficiente proporcionada por instituciones responsables. Los resultados del SIMCE condicionan fuertemente las posibilidades futuras principalmente para jóvenes chilotes cuyo desafío principal radica actualmente en mejorar aprendizajes básicos para acceder a niveles superiores.
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