El reciente estudio de la Universidad San Sebastián sobre el impacto de los aranceles estadounidenses a la salmonicultura chilena entrega cifras que deben llamarnos a la reflexión y, sobre todo, a la acción. El análisis revela que el efecto total en la economía nacional alcanzaría los US$1.400 millones, una cifra que trasciende largamente el impacto directo de US$623 millones en exportaciones y que nos obliga a mirar este desafío desde una perspectiva país.
Lo verdaderamente preocupante es que el 75% de este impacto se concentraría en las regiones del sur de Chile, donde la salmonicultura representa entre el 23,5% y el 27,5% del PIB regional. Estamos hablando de territorios donde nuestra industria ha sido un motor de desarrollo y transformación social durante las últimas cuatro décadas, generando un ecosistema productivo que integra a más de 4.000 pymes locales en zonas tradicionalmente postergadas.
Sin embargo, en medio de este escenario complejo, existe una oportunidad concreta para fortalecer nuestra competitividad y mitigar parcialmente el impacto de los aranceles externos. Me refiero a abordar decididamente lo que hemos denominado "aranceles invisibles: todas aquellas trabas regulatorias internas y problemas de permisología" que hoy afectan nuestra competitividad tanto o más que el arancel del 10% impuesto por Estados Unidos.
"La modernización de procesos administrativos, la optimización de tiempos en permisos sanitarios y ambientales", y la generación de mayor certeza jurídica para las inversiones son medidas que podrían implementarse en el corto plazo y que no requieren cambios legales. No estamos pidiendo subsidios ni tratamientos especiales, sino la eliminación de trabas burocráticas que actualmente tienen un impacto económico comparable al del arancel estadounidense.
"Estados Unidos seguirá siendo un mercado estratégico para Chile". Representamos el 55% de las importaciones de salmón en ese país, y los US$2.519 millones que exportamos anualmente a ese destino son fundamentales para mantener el dinamismo económico del sur austral. Por eso, mientras trabajamos en conjunto con el gobierno para abordar el desafío arancelario externo, es imperativo avanzar paralelamente en la eliminación de estas barreras internas que limitan nuestra competitividad.
"El momento de actuar es ahora". Tenemos la oportunidad de transformar esta crisis en el punto inflexión que impulse una modernización profunda nuestro marco regulatorio permitiendo salmonicultura chilena mantenga su rol como motor desarrollo regional actor relevante mercado mundial alimentos. El desafío grande capacidad sector productivo adaptarse reinventarse quedado demostrada múltiples ocasiones.
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